El sector de la construcción contribuye a 23% de la contaminación atmosférica, 40% de la contaminación del agua potable, y 50% de residuos en los vertederos. Estas cifras son alarmantes. Según el World Watch Institute, el sector consume 40% del uso mundial en piedras brutas, grava y arena y 25% de su madera virgen por año. Podemos fingir que el problema no existe, pero tarde o temprano puede resultar que nos quedemos sin muchos recursos naturales cruciales.

Cada acción de construcción tiene un impacto en el medio ambiente. Desde los materiales que elegimos, las tecnologías que utilizamos, hasta las obras que construimos, todo genera gases de carbono que causan el calentamiento global. Por supuesto, no podemos detener nuestras empresas y toda la economía, pero podemos equilibrar nuestro impacto medioambiental con acciones reflexivas.

Si comparamos los últimos diez años, podemos afirmar que la industria está cambiando poco a poco su enfoque hacia las preocupaciones medioambientales. Por ejemplo, el edificio ecológico se está convirtiendo en una tendencia importante hoy en día, apoyada por programas y fondos gubernamentales. Muchas empresas han decidido invertir en tecnologías sostenibles como la energía solar o los materiales duraderos que ayudan a reducir los residuos y a minimizar el uso de energía. También hay formas de que las empresas de construcción reduzcan sus huella de carbono que no implican necesariamente grandes inversiones.

Cuando se trata de soluciones de sistema, el objetivo cero-red para las emisiones de carbono para 2050 que fue legislado por el gobierno del Reino Unido puede ser el motor de este cambio.

Creemos que el futuro de la construcción es sostenible, por lo que ahora es el momento perfecto para cambiar nuestro enfoque y asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Al fin y al cabo, estas prácticas solo pueden ser beneficiosas para nuestro planeta.